No debemos conformarnos con hacer una lista de buenos propósitos para el mes que viene. A la velocidad que corre el tiempo es mejor empezar con esa lista hoy mismo que no mañana. ¿Se puede gestionar nuestro dinero de forma sostenible? Si, se puede y deberíamos de avanzar más en ello.
Necesitamos un verdadero cambio de marcha, hecho de acciones concretas, energía, valor, cooperación y confianza.
La conciencia del cambio
El cambio ya se está produciendo y todos tenemos que tomar conciencia de ello, haciéndonos protagonistas del cambio sostenible. La forma de vivir, trabajar y afrontar el día ha cambiado radicalmente, esperemos que en un futuro mejor.
El cambio también comienza con las pequeñas decisiones cotidianas, tanto si hablamos de sostenibilidad medioambiental como de digitalización, para gestionar mejor el tiempo, el espacio, las herramientas y los medios, incluido el transporte, relacionados con el trabajo.
En el diseño del desarrollo sostenible, todos pueden desempeñar su papel, desde las empresas hasta los consumidores finales. Cada uno de nosotros puede influir con su propio comportamiento para que el medio ambiente vuelva a ser el centro de atención: ¡un poco es suficiente para hacer mucho!
Algunos ejemplos de acciones concretas
- En la naturaleza, el concepto de residuo no existe. Todo lo que termina su ciclo de vida natural es absorbido por el medio ambiente y vuelto a poner en circulación.
Esto es lo que debemos imitar en el ciclo de producción: la economía circular. - Un comportamiento de compra y consumo responsable de lo que comemos puede contribuir concretamente a reducir la contaminación. Consumir alimentos locales y ecológicos es bueno para el consumidor y el medio ambiente.
- La movilidad sostenible puede tener un gran impacto medioambiental y social, especialmente en el ámbito de la salud pública.
- La economía colaborativa ofrece un modelo de desarrollo económico orientado a compartir al máximo por parte de empresas y ciudadanos, conectados para ofrecer bienes y servicios «cuando y donde se necesiten».
Estos son muy pocos ejemplos de cómo podríamos ser «más sostenibles», pero otro contexto que puede ayudar a la sostenibilidad es, sin duda, el sector financiero.
Sostenibilidad y finanzas
En el mundo financiero, el tema del crecimiento sostenible ha adquirido una importancia considerable en los últimos años. Esta nueva atención refleja la conciencia de las cuestiones sociales y medioambientales adquirida sobre todo por las generaciones más jóvenes, menos inclinadas que sus predecesoras a separar las decisiones de consumo e inversión de las cuestiones de sostenibilidad.
Uno elige no invertir su dinero en actividades contaminantes y en empresas productoras de combustibles fósiles, y dirigirlo, por ejemplo, hacia actividades sostenibles que presten atención a los impactos ambientales y sociales; o incluso no invertir en empresas que hagan uso de paraísos fiscales, y apoyar, en cambio, a empresas que respeten los derechos de los trabajadores.
Uno puede decidir tener un enfoque ético prefiriendo las inversiones sostenibles.
Las finanzas éticas pretenden conjugar el desarrollo y el crecimiento en el mercado, poniendo en el centro al Ser Humano y al Planeta en el que vive, y consideran las cuestiones de sostenibilidad ambiental y social, el desarrollo sostenible, la mejora de las condiciones de vida o de trabajo, sin dejar de lado el rendimiento económico.
Posibles opciones
Pero, ¿cómo se puede invertir de forma sostenible? Hay que preferir las empresas gestionadas de forma responsable y respetuosa con el medio ambiente y las personas, que, precisamente por ello, están destinadas a prosperar, recompensando a los inversores que han creído en ellas.
Cambiar el mundo es posible, como personas, como consumidores, pero también como inversores. Con la financiación sostenible diriges tus ahorros hacia los innovadores que hacen las cosas mejor. Y así, combinas tu bienestar con el colectivo.
En conclusión, solo me queda invitarte a que pongas el deseo de convertirte en un inversor «sostenible» a la cabeza de tu lista de buenas intenciones.