Son varias ya las semanas que todos los días leo en las redes sociales a mucha gente quejándose de lo mal que está la sanidad en nuestro país. Cientos de mensajes en los que cada uno expone lo mucho que tardan en darle una cita, su familiar que murió por una supuesta negligencia, lo vagos que somos los sanitarios, tiktoks…. En resumen, cada uno cuenta su historia en muchos casos con razón y en otros muchos también de forma surrealista y bastante irrespetuosa.
Llevo varios años como especialista, en mi caso traumatólogo y desde la residencia hasta aquí he podido disfrutar de las virtudes y las inmensas carencias de nuestro sistema de salud. También he tenido la suerte de trabajar en hospitales públicos de primer nivel, medicina privada, así como en los hospitales públicos de gestión privada. Este bagaje profesional me ha servido para llegar a una conclusión. Si actualmente pensamos que estamos mal, agárrense los machos porque en nada, en menos de una década estaremos mucho peor. Paso a explicarme.
Pasito a pasito nos vamos al fondo del pozo
La principal queja que recibimos cuando pasamos consulta es por la demora en atender a los pacientes y créanme que entiendo dicha queja. No es lógico y normal romperte un ligamento cruzado y no tener cita con nosotros hasta dentro de 6 meses, esperar otros 6 para una resonancia y 1 año para la cirugía si es el caso.
Como médico siento ante esta situación que mi trabajo a la par de inútil no sirve para nada y que la calidad de la asistencia es pésima. Todas las frustraciones del paciente las tenemos que soportar nosotros y en realidad en mi consulta, si queremos tener al menos 10 minutos de interacción entre médico y paciente, no caben más pacientes en el día. El origen del problema está mucho más arriba. Falta de medios, falta de organización y control.
En los sistemas privados, sobre el papel son sistemas más eficientes; nadie es funcionario, la empresa factura a la comunidad autónoma o cuota estipulada por paciente visto o prueba realizada. Pero nada más lejos de la realidad, se siguen cometiendo los mismos errores de gestión y existen los mismos cuellos de botella que en los grandes hospitales públicos.
La razón principal
El principal cuello de botella es el aumento de la demanda hospitalaria. La población no ha parado de envejecer, las personas mayores y ancianas requieren más y más recursos hospitalarios. Tengo pacientes de cierta edad que tienen al mes entre 3 y 4 citas con diferentes especialistas, varias cirugías pendientes, etc. A esto hay que sumarle que la población más joven también ha aumentado sus necesidades por falta de educación médica.
Cualquiera que se hace daño en un tobillo y a los dos días le sigue doliendo quiere si o si ser visto por un superespecialista en cirugía de tobillo, por supuesto con su pertinente resonancia que para eso cotiza y paga al mes no sé cuánto de IRPF. La suma de estas dos cosas, junto a los retrasos por la pandemia, hace que la demanda haya subido muchísimo.
El déficit de oferta en el sector sanitario
El segundo cuello de botella es el déficit de oferta. Aunque a muchos os parezca mentira o falso, faltan profesionales. Voy a exponer algunos datos en referente a los médicos.
En la última convocatoria de MIR se ofertaron 8.188. De estas, 217 se quedaron sin cubrir. Son 217 nuevos médicos que no existen, la mayoría en centros de salud. Plazas para obtener las cuales, solo tenías que presentarte en el examen, poner tu nombre y levantarte sin contestar ninguna pregunta. Es un hecho que cada vez hay menos profesionales y que nadie quiere trabajar de médico de familia por un sueldo base, en mi caso de 1448 €, a expensas de hacer 4 o 5 guardias de 24 horas para poder complementar el sueldo. Se prefiere intentar de nuevo el examen para conseguir mejor especialidad o directamente emigrar a Europa.
Podréis venirme hablando de vocación y tal. De vocación no se come. Me gusta mi trabajo, sí, he intento hacerlo lo mejor posible, pero no me gustan que me tomen el pelo. Llegar a donde he llegado me ha costado mi esfuerzo, que para algunos no será tal, y dicho esfuerzo y dedicación no estoy por la labor de regalarlo.
De cara a unos años el problema de la falta de médicos no va a hacer nada más que agravarse. En los próximos 10 años, 80.000 médicos tiene que jubilarse. ¿Tenemos relevo? La respuesta es clara. NO
La falta de una buena gestión
Hasta aquí pensaréis que nada más que hago tirar balones fuera pero no. Otro de los grandísimos problemas que tiene el sistema es la fatal de gestión y administración. Los gestores de los hospitales públicos son cargos puestos a dedo por el gobierno autonómico de turno. Directamente no son sanitarios o si lo son no han estado a menos de 3 metros de un paciente desde hace años.
Por ejemplo, existen coordinadores quirúrgicos que son pediatras. Si, pediatra, especialidad médica con 0 conocimientos sobre tipos de cirugías, tiempos quirúrgicos, procedimientos…. Un sinsentido completo. Nuestra ministra de sanidad hace no mucho dijo que “monkeypox no era una ETS porque se trataba de un virus” Este es el nivel de nuestros dirigentes.
El hospital público en sí en una estructura muy rígida y difícil de cambiar. Los diferentes estamentos están bien compartimentados y defendidos a capa y espada por los sindicatos. Nadie hace nada que se salga de sus labores habituales y de su zona de confort.
Por ejemplo, en mi antiguo hospital no se hacían artroscopias de hombro de forma ambulante porque las enfermeras de la CMA no sabían ni querían aprenderla. También hay gente vaga con su plaza en propiedad, que va y viene como le da la gana, sin que nadie pueda decirles nada. A mi juicio es obligatorio y necesario establecer un mejor control lo que cada uno hace y ponerse firmes. ¿Pero quién va a hacer esto? ¿Un cargo político puesto a dedo? Ni en sueños.
¿Sanidad pública o sanidad privada?
La sanidad privada o pública de gestión privada también tiene lo suyo. Hay mejor control, todos los días hay que fichar a la entrada y a la salida. Cumplir escrupulosamente los horarios. Ahí todo bien. Pero todo tiene su contrapartida. Al convertir la sanidad en un negocio para una gran empresa, se reciben día sí y día también correos y charlas para que se modifique, cambie o directamente se anulen peticiones de pruebas.
Se reciben presiones para saltar lo antes posible al paciente, tanto de la consulta como de la hospitalización. Cancelar resonancias magnéticas que a juicio del gerente son inservibles, una resonancia de rodilla a alguien de más de 65 años por ejemplo. Y prisa por operar más y más rápido.
Pensáis que por pagar a sanitas 60 euros al mes vais a tener una sanidad de lujo cuando en realidad os ve un especialista que cobra 12 euros que está siendo presionado desde arriba para que pida las menores pruebas necesarias. Por no hablar de los quirófanos. En el momento que tengas una complicación quirúrgica en una privada estás más que vendido.
Son habituales los casos en los que el comercial, de una casa de prótesis por ejemplo, tiene que coger un taxi a toda pastilla, atravesar la ciudad y dirigirse a los almacenes de su empresa para coger cualquier material que falta para llevar al quirófano deprisa y corriendo. Mientras tanto, el paciente anestesiado 30 minutos o 1 hora de más.
Conclusión: El futuro sanitario está en la cuerda floja
El sistema sanitario Español está enfermo terminal. Se mantiene a flote por la dedicación de sus trabajadores que se toman su oficio en serio y la santa paciencia de la población que traga con todo. Está vivo pero por poco tiempo. El futuro es bastante negro. Todo el sistema se desmontará y surgirá otro, desconozco si mejor, aunque permítanme que lo ponga en duda, que hará que nos acordemos de este. Entre todos lo matamos y él solo se murió.
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