¿Ser o parecer? El enigma parece tener los días contados en una época en la que la imagen ha ocupado un lugar destacado en el éxito personal y profesional. Factores complementarios para lograr el éxito, ser y parecer pueden ir de la mano.
Aunque los escépticos puedan tener sus dudas, no cabe duda de que una imagen impecable da seguridad, inspira confianza a los demás y sirve de preludio a la realización personal. Y así es como salen a la palestra un sinfín de profesionales que hacen de la imagen su profesión: Personal Shopper, Estilista de Compras, Asesor de Imagen, Experto en Moda, etc… son sólo algunos de los nombres de las profesiones mas de moda del momento.
La imagen como armadura
En realidad, los profesionales de la imagen existen desde hace algunos años, pero en los últimos tiempos se han hecho cada vez más populares. Tal vez sea porque en tiempos de crisis la necesidad de renovarse, de centrarse en uno mismo y de encontrar un «YO SUPERIOR» que desarrolle el potencial y las aptitudes, por lo que cada vez más personas recurren a alguien que les recargue las pilas y les dé una inyección de buen humor y confianza.
El objetivo es presentarse de forma sobria, elegante, fiable… ganadora, en definitiva, afrontar los retos y las batallas con una bonita y brillante armadura. Y así, los particulares, pero también las empresas, los despachos, las agencias y los institutos, confían en los profesionales de la imagen con mayor percepción.
Mientras que el Consultor de Imagen Personal concentra sus esfuerzos en un cliente individual, teniendo en cuenta el físico y el carácter, cuidando la vestimenta y el aspecto comunicativo (tanto verbal como físico, el lenguaje corporal por ejemplo), el Consultor de Imagen Corporativa tiene un rango de acción más amplio, ocupándose de la imagen global de una empresa, examinando el entorno y el público objetivo, estudiando a los empleados y colaboradores con el objetivo de potenciar y mejorar la imagen de toda la empresa o crear una ad-hoc.
Sin embargo, deslizándose hacia moralismos banales, sigue ocurriendo que la actividad de los profesionales de la imagen se considera inútil o superficial. Es cierto que se ocupan de la superficie, pero no sólo eso, sino que trabajan sobre toda la persona o el entorno y sacan lo mejor.
Su deber es el gusto, pero esto no es suficiente: un profesional de la imagen serio tiene a sus espaldas la experiencia, el estudio y la investigación continua, sabe relacionarse con el público -incluso con el más exigente-, está preparado para el cambio, está dispuesto a viajar y a cuestionarse a sí mismo, ofrece competencia, intuición, inspiración, es capaz de crear un estilo personalizado en el que el cliente se refleje y se sienta a gusto y, sobre todo, no se relaja nunca porque el mundo se mueve rápido y estar al día de las tendencias requiere espíritu de adaptación y adicción al trabajo.
Como convertirse en un profesional de la imagen con autoridad
Aunque hay cursos específicos en la red para formar y difundir estas figuras, la creatividad, la versatilidad y un duro aprendizaje, junto con una buena autopromoción, son la clave. No basta con ser un buen artista de la imagen, hace falta algo más.
No hay que subestimar las estrategias de marketing, es imprescindible saber moverse en la red, utilizar las redes sociales y los blogs: internet puede convertirse en un excelente escaparate con el que presentarse. En resumen, hay que comportarse como un pequeño empresario propio para ser competitivo.
El mercado requiere profesionales serios y competentes, autónomos que también sean capaces de trabajar en equipo, colaborando con otros profesionales como peluqueros, maquilladores y fotógrafos.
Si sólo piensas en modelos o show girls que quieren lucir lo mejor posible, o en agencias de famosos, pues te equivocas. Un nombre entre todos ellos: Obama, porque hasta los más poderosos del planeta tienen sus propios profesionales de la imagen, que son, ni que decir tiene, los mejores del mercado, ¡o más bien del planeta!