Hay campos en los que los errores no están permitidos, son una vergüenza imperdonable que acaba por cortarte el paso, lugares donde la expresión «se aprende equivocándose» tiene más bien el sabor de una frase de circunstancia, un premio de consolación para los perdedores y el único credo es un improbable e inhumano «ganar siempre«.
Pero realmente no hay ningún ganador que no haya sido perdedor alguna vez. La victoria es una carrera de obstáculos por un camino escarpado y sinuoso, los errores se esconden en cada curva, pero no están ahí para detenerte sino para ponerte a prueba. Por eso hay que recuperarlo, al menos porque no hay camino sin error.
Cuando temes de los errores
En cambio, la gente suele seguir temiendo el error de forma exagerada. El miedo puede entonces convertirse en algo agobiante y transformarse en pánico. Hay personas que tienen tanto miedo a cometer errores que prefieren quedarse quietas y ver cómo otros tienen éxito en lugar de participar en cualquier actividad.
EL EXCESO DE INTELIGENCIA ANALÍTICA PARA PREVENIR EL ERROR, en palabras de Goleman, el cálculo de riesgos, la búsqueda agotadora de sistemas para prevenir lo inesperado, el cribado meticuloso de las opciones posibles, el repaso maníaco de los errores escasamente probables para no fallar, NO VA A NINGÚN LUGAR.
El miedo al error no es constructivo, al contrario, te paraliza y no te hace moverte: No empiezas, no te pones en marcha, observas desde lejos, ves riesgos y desastres por todas partes y piensas que sería mejor no empezar.
El miedo es el fantasma del fracaso que se eleva sobre tus sueños y te impide hacer nada por hacerlos realidad. ¡Lucha conscientemente! Debemos cambiar nuestra forma de entender el fracaso.
Entendiendo los errores
El éxito suele actuar como un mal maestro, mientras que los errores pueden convertirse en un buen consejero: te hacen madurar, crecer, mejorar. Si no cometes errores, no aprendes; si no aprendes, te quedas en el mismo punto. Hace falta valor para empezar, es cierto, pero quedarse mirando no te hace más sabio.
Pon en marcha tu inteligencia emprendedora
Hay que ser más emprendedor, lanzarse con energía y entusiasmo, acercarse a lo que no se conoce con curiosidad y positividad para ir más allá del punto de partida. Evidentemente, no se trata de ir a lo desconocido y lanzarse al vacío, sino de razonar y calcular los riesgos, pero de forma lúcida y sin miedo a equivocarse.
Algunos de mis trabajos me lleva a dibujar marcas rojas en los errores ajenos, y las caras de los jóvenes frente a la hoja corregida no suelen ser las de quienes intentan comprender para aprender y no repetir el error, sino mas bien caras de resignación que intentan decir: «Me he equivocado, no sirvo». Pero es precisamente ahí donde empieza el reto, en comprender e ir más allá, en no dejarse bloquear.
Depende de nosotros saber cómo manejar el error y decidir si nos hundimos en la angustia o lo convertimos en una oportunidad de crecimiento. Al fin y al cabo, un error es una oportunidad.