Todo emprendedor o empresario, sea cual sea su sector, sabe la importancia de una nueva idea y que una idea ganadora puede cambiar de forma literal el destino de su negocio.
Una idea puede traer un éxito sin precedentes o llevar al fracaso total, por lo que los empresarios están siempre en busca de la idea adecuada.
¿Cómo se consigue una buena idea de la nada?
En realidad, es impensable partir de la nada. Antoine-Laurent de Lavoisier acude al rescate. ¿Recuerdas su ley «Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma«?
Traducido al lenguaje de los negocios, significa que hay que utilizar los recursos existentes, es decir, que para crear algo nuevo no se puede ignorar lo que ya está disponible, sólo hay que barajar las cartas haciendo cambios personales de forma ingeniosa.
En cierto modo, significa partir de lo que ya existe y dar forma a algo innovador.
La idea es el punto de partida
Obviamente, sin una idea no hay proyecto ni realización, pero la idea es sólo la primera pieza de un puzzle que requiere mucho más para completarse y dar la imagen global que se desea.
Una idea original, útil y atractiva es una enorme ventaja, pero es un error creer que una idea lo es todo.
En la empresa, como en la vida, una idea no es más que un concepto, un dibujo en la mente que de poco sirve si se queda como tal. Debe transformarse en un proyecto y requiere tiempo, habilidad y medios para realizarlo.
Imagina que entras en tu casa en construcción acompañado de un amigo que la ve por primera vez. Empezarás a compartir la idea que tienes en la cabeza describiendo con detalle el orden de las habitaciones, el color de las paredes, los muebles y, si eres lo suficientemente visionario, incluso el mobiliario, mientras que él no podrá imaginar con claridad lo que para ti es evidente y sólo verá escombros y polvo entre cuatro paredes.
En definitiva, percibirá la confusión de la obra actual en lugar de la armonía del futuro piso. Esto se debe a que, aunque tenga en mente el resultado final, éste aún no existe y tu amigo no es capaz de imaginárselo.
Por muy espléndida que sea esa idea, sólo es una representación mental en tu cabeza: esa casa en construcción de la que ponemos como ejemplo requiere mucho trabajo antes de convertirse realmente en tu dulce hogar.
En la empresa, la idea necesita la misma capacidad de visión, pero sobre todo el mismo cuidado y acción para pasar de ser una idea a algo concreto. Mientras tanto, si no crees firmemente en esa idea, no la realizarás.
Así que la respuesta a la pregunta inicial es que la idea no lo es todo: hay quien ha conseguido hacerse rico con una idea mediocre y quien con una idea brillante se ha quedado en nada.
Las variables son infinitas
Por cierto, ¿qué decide si una idea es buena o mala? La aplicación en sí misma. ¿Quién iba a pensar que Facebook o Google alcanzarían el éxito mundial? Sin embargo, ahora está a la vista de todos.
También hay que tener en cuenta que sólo hay un inventor de Facebook, uno en todo el planeta. Las historias de todos los que han triunfado son interesantes y apasionantes, pero por otro lado pueden ser altamente desmoralizadoras, la comparación le lleva a uno a pensar que no es lo suficientemente bueno, o competente, o afortunado.
Por el contrario, tienes que pensar que la idea es sólo el principio de una historia que te pertenece, a ti te corresponde escribir el resto: nunca tires la toalla y dejes algo sin probar, recordando que no necesariamente tienes que encontrar la idea correcta, sino intentar seguir el camino adecuado para ti y seguir lo que más te convenga sin dar la espalda por completo a lo que no conoces.