Hablando en una charla con amigos me han hecho una pregunta que me ha parecido muy interesante analizar sobre por qué es tan importante la percepción que uno tiene de sí mismo y cómo afecta esto a la sociedad. El valor que nos ponemos a nosotros como personas y el que damos a los demás.
Suena a estupidez trivial, pero esto es uno de los motivos por los que hay una creciente frustración y baja natalidad en los países del primer mundo. Se viene tocho, pero me gustaría explicarlo con el mayor detalle posible.
La percepción de uno mismo y su impacto en la sociedad
Las mujeres son más gregarias que los hombres, lo que explica que sean el perfil mayoritario en redes sociales y que haya muchísimas más mujeres en grandes ciudades que en pueblos (puedes usar el INE y ver que tengo razón). Muchas de ellas centran sus vidas alrededor de la imagen que proyectan sobre otras personas, especialmente otras mujeres. De ahí que Instagram u otra red social de moda sea la aplicación estrella de todas las mujeres que conozcas. Muchas intentan vender un estilo de vida idílico en las redes sociales incluso a costa de fabricar una falsa realidad: viajes, lujos de todo tipo, comidas en restaurantes famosos, etc.
Su ego está fundamentado en su imagen social, su imagen social está fundamentado en su estatus y este en parte está fundamentado en la imagen física.
Si nos basamos en que las mujeres (y los hombres) tienen una distribución normal de belleza, esto significa que la mayoría de mujeres estarán alrededor del 4-5-6 y habrá pocas que sean excepcionales.
Según la distribución normal, hay más de un 80% de mujeres por debajo del 7 basándonos únicamente en el aspecto físico.
Para evitar un conflicto entre ellas, han creado un código de conducta social de no agresión. Ahí es donde se explica lo de que todas sean un 10. Entre ellas y de cara a la galería, todas dicen ser un 10 por varias razones: una de ellas es para poder sentirse bien consigo mismas y así ofrecer al exterior una imagen de autoestima alta y seguridad en sí mismas. La otra es por salud mental, al pasar tanto tiempo en redes sociales expuestas a vidas perfectas, es difícil no comparar sus vidas con las de otras chicas que a lo mejor son modelos, etc.
A pesar de ese código de conducta de no agresión, las mujeres se juzgan constantemente entre ellas, creando una jerarquía social según parámetros que consideran importantes: la ropa que lleva, el perfume, las joyas, el estatus de su pareja y el propio, etc. De ahí que el perfil típico de «fashion victim», target de perfumes y joyerías, sea mayoritariamente mujeres.
Consecuencias de distorsionar la realidad
Muchas personas basan sus estándares en lo que creen que se merecen. Si creen ser un 10, entonces sienten que se merecen un 10 como pareja. Alguien perfecto, completamente idílico e imposible de encontrar en la vida real.
Entonces tenemos un fenómeno que se llama hipergamia, donde la mayoría de mujeres (más del 80%) cree que se merece estar con el top 20% de hombres, creando una desigualdad tremenda a la hora de encontrar pareja.
Acaban teniendo citas con hombres 8-9-10 que están completamente fuera de su liga y que solo buscan relaciones efímeras. Estas mujeres desearían tener una relación con este tipo de hombres, pero como te puedes imaginar, no es algo realista. Estos hombres, por lo general, están acostumbrados a una vida de hedonismo y mujeres fáciles y no están dispuestos a abandonarlo por una relación con una mujer aleatoria. Así que muy pocas mujeres ganan la «lotería del amor».
El fenómeno simp/incel
Fíjate en el fenómeno simp/incel. ¿No te parece curioso que solo lo padezcan hombres? Los hombres tienen expectativas más o menos realistas y están dispuestos a bajar el listón físico por encontrar una pareja que les haga felices. Pero muchas mujeres, aun siendo de un aspecto similar, no están dispuestas a aceptar algo así. Sería como aceptar que son feas y eso sería un duro golpe para su ego.
Al pasarse toda la vida autoconvenciéndose de que su ego está ligado a su estatus social y este a su vez a su aspecto físico, se produce un dilema alrededor del coste hundido. Se niegan a aceptar la realidad y empiezan a culpar a factores externos, lo que crea una espiral de frustración.
Si este problema no se ataja, puede crear una de las poblaciones con menor natalidad, mayor frustración y mayor dependencia a antidepresivos, culpa también de las malas condiciones económicas actuales, pero sobre todo de las injusticias a la hora de buscar pareja.
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