Hoy quiero comenzar con una nota escrita que vi hace tiempo en un perfil de Facebook. Tenia por titulo «la diferencia entre el fracaso y el éxito» y decía lo siguiente:
He realizado una reflexión mientras me duchaba. La reflexión es la siguiente: todas las veces que he tenido éxito en la vida, ha sido porque tenía la certeza de que iba a triunfar, prácticamente me veía ya allí. Todas esas veces, me sentía como un tren y nada podía detenerme. Las veces que he fracasado, no estaba muy seguro de lo que hacía y actuaba pensando ‘»bueno, sí, vamos a intentarlo, a ver cómo sale’.
Pues bien, no sólo estoy 100% de acuerdo con estas palabras porque yo mismo he experimentado la misma sensación, sino que me gustaría intentar analizar este fenómeno de forma racional.
Imaginando el triunfo
Si quieres tener éxito con tus objetivos, tienes que imaginarte ya allí, más allá de la línea de meta. Esto es cierto y tiene una base racional. Me gusta mucho la metáfora del iceberg, porque es muy clara para todos.
El iceberg es una gran montaña de hielo que se encuentra bajo la superficie del agua. La punta, en cambio, está por encima de la superficie. La punta es la parte más pequeña y visible. La parte oculta es la parte más grande del iceberg.
Con nuestra mente ocurre más o menos lo mismo. Nuestros pensamientos conscientes son la punta del iceberg, mientras que nuestros pensamientos inconscientes son la gran parte oculta. Esto significa que el 90% de nuestros pensamientos son desconocidos para nosotros. Está contenido dentro de una caja negra llamada inconsciente. Precisamente porque son pensamientos inconscientes, no somos conscientes de ellos, y sin embargo actúan, y ¡cómo actúan!
¿Qué tiene que ver esto con el éxito?
Es sencillo: si no crees realmente en el éxito de tu proyecto, te aseguro que tus pensamientos inconscientes trabajarán bajo la superficie. Trabajarán en tu contra y te impedirán actuar, dándote poca motivación. Si no crees plenamente en lo que haces, no dedicarás toda tu energía a tus actividades y el menor obstáculo te hará desistir.
Sin embargo, ten cuidado: no eres consciente de ello, porque estos obstáculos que trabajan contra ti son inconscientes. Ocurre exactamente lo contrario si te ves ya allí, más allá de la línea de meta. Sí, porque si ya te ves ahí, significa que crees ciegamente en ese proyecto y nada ni nadie puede convencerte de lo contrario. Avanzarás como un tren y te puedo garantizar que el éxito será sólo cuestión de tiempo.
Pero no quiero que pienses que sólo necesitas creer en algo para tener éxito. Puedes creer que los burros vuelan, pero nunca veras uno en la vida. Tu objetivo debe ser creíble. ¿Es creíble convertirse en astronauta? ¿Convertirse en millonario?. Creo que sí, lo que realmente importa es el deseo de alcanzar esos objetivos.
Si tu deseo es desproporcionado, será cuestión de tiempo, pero te convertirás en astronauta o en millonario. ¿Cuáles son entonces los objetivos inalcanzables? Los que se ven obstaculizados por factores externos que están fuera de tu control. Si eres mujer y quieres convertirte en Papa, pues ponte las pilas porque no vas a poder hacer nada para realizar tu sueño. Si tienes los ojos negros y sueñas con tener los ojos azules, tranquiliza tu corazón porque nunca ocurrirá.
¿Cómo saber si un objetivo es realmente alcanzable?

Puedes intentar dividirlo en objetivos intermedios. Una vez que lo hayas desglosado, toma un hito y vuélvelo a desglosar en muchos hitos. Hazlo hasta que hayas reducido el objetivo final a su mínima expresión. A continuación, toma el objetivo que sea más fácil de alcanzar y actúa en consecuencia. Verás inmediatamente si ese objetivo es alcanzable. Si es alcanzable, estás en el buen camino. Si no, el objetivo que te has marcado es inalcanzable y tendrás que reducirlo.
Un ejemplo práctico
Digamos que tu objetivo final es conseguir 1.000 suscriptores a tu lista en un mes: ¿es eso factible? No sé, vamos a desmontarlo.
1.000 abonados en un mes corresponden aproximadamente a 33 abonados al día (1.000 / 30 = 33). Ahora trata de actuar. Pon en juego todos tus conocimientos. Después de un día, comprueba tu situación: ¿has alcanzado tu objetivo? ¿Has hecho 33 entradas? Si la respuesta es afirmativa, entonces vas por buen camino. Si la respuesta es no, entonces tienes que hacer cambios.
O bien el objetivo no es realista o bien se está utilizando una estrategia equivocada. Como puedes ver, no necesitas años para saber si vas en la dirección correcta. Digamos que has puesto en juego todos tus conocimientos de marketing por correo electrónico, ¿qué haces?
O intentas aprender estrategias más eficientes o bajas tus metas a un nivel inferior. Si 1.000 son demasiados, intente bajar el listón a 500 suscriptores al mes. 500 suscriptores al mes equivalen a 16 suscriptores al día, ¿puedes hacerlo? Si la respuesta es afirmativa, entonces va por buen camino.
Este tipo de análisis te permiten planificar tus objetivos. Sí, porque el siguiente paso es: si puedo conseguir 500 suscriptores al mes, esto significa que en un año puedo conseguir 6.000 suscriptores (500 x 12 = 6.000). Como puedes ver, se trata de una estrategia concreta.
No hay nada mágico en estas cosas. ¿Por qué tienes que creer tanto en tu proyecto? Porque no todo es de color de rosa. Los obstáculos son constantes y están siempre a la vuelta de la esquina. Es fácil desanimarse. Pero si te ves ya allí, más allá de la línea de meta, estos obstáculos serán inexistentes para ti.