En pocas palabras, la libertad financiera se define como la capacidad de vivir el tipo de vida que quieres sin tener que trabajar. El paradigma fundacional puede resumirse como «ya no trabajamos para el dinero, sino que el dinero trabaja para nosotros«.
Creo que es un poco la ambición de todo el mundo alcanzar un grado de libertad para mantener un buen nivel de vida sin verse obligado a trabajar hasta la jubilación.
Una opción de vida
Lo que no todo el mundo sabe es que esto no es sólo un espejismo que flota en nuestras cabezas. Esta «opción de vida», como me gusta llamarla, existe de verdad. Hay muchas maneras de liberarse económicamente, basta con ir a una librería y echar un vistazo: ahora hay muchos libros en las estanterías que tratan este tema. Los gurús americanos del «sector» siguen marcando la pauta. (Entre ellos destacan ROBERT KIYOSAKI y T. HARV EKER).
Se puede decir que alguien que tiene ingresos periódicos procedentes de inversiones de diversa índole y que, por tanto, disfruta de una verdadera tranquilidad económica, es libre desde el punto de vista financiero. En consecuencia, esta persona puede permitirse hacer lo que quiera cuando quiera. Esta situación da lugar a una gran sensación de libertad porque permite experimentar el dinero sin estrés, ansiedad y preocupación, permite disfrutar de la vida y ayudar a los demás de forma notable.
La base de la libertad
La libertad financiera gira esencialmente en torno a dos elementos: DINERO y TIEMPO.
La explicación es muy sencilla: una vez que has alcanzado la libertad financiera, puedes dedicar tu tiempo a lo que QUIERES hacer. Por el contrario, la mayoría de la gente se pasa el día haciendo lo que TIENE que hacer, todos los días, durante el resto de su vida hasta que se jubila (si es que aún tiene tiempo).
Ya sea por cuenta ajena o por cuenta propia, la cruda realidad es que hay que producir dinero para comer, pagar las facturas, la hipoteca, comprar medicamentos y esto implica dedicar casi todo el tiempo del que se dispone.
En resumen, la libertad financiera significa tener el tiempo y los medios para perseguir tus pasiones y cuidar de tus seres queridos sin el yugo de las preocupaciones financieras.
No todos los ricos tienen libertad financiera
La libertad financiera no significa necesariamente ser rico. La gente rica no siempre es libre financieramente. Por ejemplo, el Señor A gana 2000 y gasta 2500, el Señor B gana 1000 pero gasta 500.
¿Quién cree que es libre financieramente? La respuesta no es tan sencilla. Seguramente el Señor B se queda con un margen que puede decidir dilapidar o acumular y reinvertir para generar más dinero. El hecho de que la libertad financiera signifique poder mantener fácilmente tu nivel de vida no significa que tengas que ser o convertirte en millonario para conseguirlo.
Todo depende de tu estilo de vida: los que se conforman con un nivel de vida modesto pueden llegar antes. La diferencia entre lo que ganas y lo que gastas es lo que determina tu libertad financiera. Si tus ingresos son mayores que tus gastos, entonces eres libre financieramente.
La libertad financiera se construye progresivamente y necesita una planificación firme. La sabiduría es necesaria, no se deja la estabilidad de un trabajo de la noche a la mañana sin tener un ingreso automático sólido que te permita vivir bien el resto de tus días.
Motivación para alcanzar la meta
Alcanzar la libertad financiera requiere sobre todo motivación. Al final todo se reduce a una elección: ¿quieres el huevo hoy o la gallina mañana? ¿Gastar el dinero para una gratificación efímera o ahorrarlo e invertirlo para ser libre mañana?
Son sacrificios a corto plazo en aras de la prosperidad futura. Hay que aprender a crear activos con los que comprar otros activos. Si ganar la lotería es algo que cae en su sitio de forma inesperada, la libertad financiera es una carrera de obstáculos, hecha de errores y aciertos, equivocaciones y objetivos, experiencias y apertura mental.
La clave es invertir, invertir en términos de tiempo, estudio, compromiso y formación; en resumen, ¡no se puede improvisar como inversor! Sin embargo, una vez que hayas localizado las ganancias automáticas adecuadas, es decir, las que no requieren necesariamente de tu presencia constante, ya estarás tocando la ansiada libertad financiera. Tú decides si vale la pena intentarlo.