¿Qué nos impulsa a tomar una decisión? ¿Qué nos hace detenernos y reflexionar?
En el libro «Slow and Fast Thinking«, el psicólogo y Premio Nobel Daniel Kahneman describe cómo funciona nuestra mente, distinguiendo entre 2 sistemas de pensamiento el sistema 1 o pensamiento rápido y el sistema 2 o pensamiento lento.
La mente humana entre el impulso y la razón
El primero es intuitivo, impulsivo y asociativo: procesa rápidamente las impresiones y las convierte en juicios. Es inmediata y actúa automáticamente, por lo que consume poca energía.
El segundo, en cambio, es consciente, deliberativo, reflexivo: es el sistema de la lógica, el razonamiento y la racionalidad. Por eso requiere más energía y tiempo.
En una situación normal, el sistema 2, el racional, puede controlar al sistema 1, su homólogo impulsivo. Pero si entran en juego emociones fuertes o estrés, será mucho más difícil.
El problema es que en estas situaciones, el sistema 1 sólo reacciona a lo que ve en el presente sin evaluar los objetivos a largo plazo. ¿El resultado? Tendríamos un comportamiento demasiado influenciado por el contexto circundante. Por eso el homo sapiens, la criatura más inteligente del planeta, comete errores y carece de autocontrol.
Pensamiento lento y rápido en la gestión del ahorro
Esta lucha entre los dos sistemas afecta a todo el mundo y se manifiesta en todas las situaciones, incluida la gestión del ahorro.
El Sistema 1, de hecho, se centra en la búsqueda de la gratificación instantánea. Esto puede tener varias consecuencias: consumir hoy en lugar de ahorrar para mañana, favorecer las actividades generadoras de ingresos o mantener el dinero en la cuenta corriente en detrimento de otras inversiones más rentables a largo plazo.
La falta de autocontrol, por tanto, puede impedir alcanzar el nivel deseado de riqueza a largo plazo necesario, por ejemplo, para la jubilación. Sin embargo, no siempre es posible decidir con el sistema 2 porque es exigente y agotador. Además, el sistema 1 siempre está activo y actúa de forma independiente.
Esto significa que, en muchas situaciones, actuamos manteniendo inactivo el motor del sistema 2: por eso tendemos a posponer decisiones o a reiterar comportamientos incluso cuando las condiciones del mercado han cambiado y sería conveniente reequilibrar la cartera de inversión.
Aprovechar al máximo el «Sistema 2»: Pensamiento lento
¿Cómo aprovechar al máximo el Sistema 2? El objetivo es reconocer las situaciones en las que es probable que se produzcan errores y esforzarse por evitar grandes errores cuando hay mucho en juego.
Esto puede hacerse mediante diversas formas de disciplina:
Fijar plazos: Si quieres alcanzar tus objetivos, el primer paso es ponerlos por escrito. El segundo paso es fijar plazos y cumplirlos.
La razón por la que los plazos son tan eficaces es porque hacen que incluso los grandes objetivos sean más manejables, nos ayudan a llevar a cabo nuestros planes y a cumplir nuestras intenciones.
Imponiendo periodos de descanso, Delegando y dándonos normas de compromiso: Para eliminar o, al menos, disminuir la emocionalidad, es necesario establecer normas de comportamiento que deben seguirse en todo momento, pase lo que pase.
De este modo, se evita ser víctima del Sistema 1, que reacciona de forma irracional ante las adversidades del mercado.
Estos métodos son muy diferentes entre sí, pero todos tienen el mismo objetivo en común: devolver el control a nuestro sistema reflexivo y planificador