¡Hola, camaradas! Si te encuentras en la batalla contra la ansiedad o simplemente estás interesado en conocer más sobre este tema, estás en el lugar adecuado. Últimamente, he notado que en la comunidad hay muchos compadres lidiando con la ansiedad y pasándola mal, así que decidí tirar unos datos sobre el asunto.
Para empezar, permíteme presentarme; me llaman «El creador de sueños«. Soy un psicólogo que trabaja en salud general y orientación educativa. Al igual que muchos, también he tenido mi ración de ansiedad generalizada (que ahora está bajo control y llevo una vida bastante normalizada), así que puedo hablar desde las dos perspectivas: la del paciente y la del terapeuta.
A continuación, intentaré darte algunas pinceladas para entender qué rol cumple la ansiedad y cómo lidiar con ella, aunque a veces sea una pesadilla. Así que te animo a que me acompañes si te mola el tema:
¿Qué es esa ansiedad, pues?
La ansiedad es una emoción, de esas que todos conocemos como la alegría, la tristeza, la rabia o el asco. Todas estas emociones tienen su papel en nuestra vida, y la ansiedad no se queda atrás. Gracias a ella, como especie, hemos sobrevivido durante miles y miles de años.
¿En serio estás diciendo que la ansiedad es como una emoción útil?
¡Exacto! La ansiedad es una emoción útil. Nos ayuda a mantenernos con vida en situaciones de peligro real, aunque, como te explicaré, puede volverse problemática y causar un montón de malestar si no la manejamos bien.
La ansiedad tiene su centro de operaciones en el cerebro, específicamente en el hipotálamo medial, la sustancia gris periacueductal y la amígdala. La amígdala, para que te hagas una idea, es del tamaño de un cacahuete. Sí, un órgano tan diminuto es capaz de desatar un caos tremendo en nuestras vidas, algo así como lo que hacía Messi contra cualquier equipo.
Esta parte del cerebro es bien primitiva y nos prepara para luchar o huir ante un peligro a través de la ansiedad. Imagina que eres un humano en la época de los cazadores y recolectores. Como un macho alfa, agarras tu lanza de sílex y sales a cazar alguna bestia con tus primigenias manos. De repente, algo empieza a hacer ruido en el arbusto donde te escondes, y ves una serpiente de seis metros arrastrándose hacia ti, mostrando sus colmillos y lista para atacar. La amígdala se activa de inmediato, te hace sentir ansiedad, lanza la señal de alarma y te prepara para correr a toda velocidad y ponerte a salvo. Una vez que el peligro ha pasado, te relajas. Gracias a la ansiedad, sigues vivo.
El problema es que hoy en día, por lo general, no enfrentamos situaciones de peligro real tan seguido. Aunque la amígdala puede activarse de manera útil cuando cruzamos una carretera y viene un auto veloz hacia nosotros, es raro que en nuestra vida cotidiana nos encontremos con amenazas a nuestra supervivencia cara a cara.
Entonces, tenemos una parte del cerebro que está funcionando todo el tiempo para asegurarnos de sobrevivir, pero no hay peligros reales. En su lugar, nuestro cerebro tiende a inventar peligros imaginarios para darle sentido a nuestra ansiedad (por ejemplo, la ansiedad que sentimos al hablar en público, abordar a alguien que nos gusta o comenzar un nuevo trabajo).
Además, nuestra amígdala reacciona de la misma manera ante un peligro real o imaginario, ya que es tan primitiva que no puede distinguirlos. Por lo tanto, en la actualidad, para lidiar con la ansiedad generada por peligros percibidos, debemos recurrir a otras estrategias, como la respiración, el control de pensamientos y otras técnicas que se pueden aprender en terapia.
¿Cómo funciona esa ansiedad?
La ansiedad es una respuesta normal que se activa automáticamente para ayudarnos a sobrevivir en situaciones de riesgo. La ansiedad afecta de tres maneras, o como yo lo llamo, la «TRIADA DE LA ANSIEDAD»:
Fisiológicamente: Esto se refiere a las sensaciones que experimentamos cuando estamos ansiosos, como debilidad en brazos y piernas, temblores, mareo, palpitaciones, nudo en la garganta y sensación de estómago cerrado. Cada uno puede sentirlo de manera diferente, y su desagradabilidad varía según la persona.
En nuestro comportamiento: La ansiedad nos prepara para luchar o huir, es decir, para emprender acciones o esfuerzos para evitar el peligro. Ejemplos de esto incluyen pelear con un portero de balonmano que te ha insultado, salir corriendo de esa situación, optar por caminar al trabajo en lugar de usar el transporte público. También evitar el ejercicio para evitar sensaciones parecidas a la ansiedad o ir de compras acompañado de la mano de siempre para sentirte más seguro y evitar la ansiedad. En resumen, cualquier conducta que nos haga enfrentar o huir de un «peligro».
En nuestros pensamientos: Estos son los pensamientos, creencias e imágenes mentales que consideramos peligrosos (ya sea que lo sean o no) y que surgen de manera automática e involuntaria. Por ejemplo, si tenemos un familiar que sufrió un ataque al corazón y esto nos genera ansiedad, cuando hacemos ejercicio intenso y nuestro corazón se acelera, podemos experimentar aún más ansiedad al creer erróneamente que esto significa que estamos a punto de tener un ataque al corazón.
Esta triada siempre está presente cuando experimentamos ansiedad. Además, cada una de estas tres partes puede activar o desactivar a las otras, lo que significa que la ansiedad se puede manejar. Ahí es donde podemos poner fin a nuestro sufrimiento o, al menos, aprender a vivir con él hasta que desaparezca.
Para los psicólogos cognitivo-conductuales (como yo), sabemos que el pensamiento juega un papel importante en la ansiedad. Si afrontamos una situación o sensaciones de manera catastrófica, aumentaremos nuestro malestar. Te pongo un ejemplo: si nuestra mano nos deja tirados y necesitamos una buena dosis de calcio, podemos interpretar la situación de dos maneras:
Una interpretación catastrófica nos hará sentir culpables y pensar cosas como «la culpa es mía porque no cuidé lo suficiente la relación», «este malestar es horrible y tengo que cambiarlo de alguna manera», «no puedo vivir sin ella», «quiero que vuelva para evitar sentirme así». Esto solo aumentará nuestra ansiedad a largo plazo, además de hacernos querer huir y evitar situaciones donde podríamos encontrarnos con nuestra ex.
Una interpretación realista nos dará tranquilidad. Pensaremos en cosas como «Estas cosas le pueden pasar a cualquiera, duele, pero si me hizo esto, es porque no era la adecuada para mí. No quiero seguir con alguien así. Gimnasio y contacto cero, y en unos meses estaré en forma con un cuerpo espectacular». Este tipo de pensamiento reduce la ansiedad y nos permite enfrentar la realidad de una manera más efectiva.
Es la misma realidad, pero dos formas diferentes de afrontarla. Y, por experiencia profesional y personal, no es fácil de manejar.
Cuando nuestro cerebro percibe un peligro que considera que pone en riesgo nuestra vida, ya sea real o no. Como un coche que se acerca a toda velocidad o una partida de baloncesto contra los mejores del vecindario. En ese momento se activa un sistema de alarma que moviliza el sistema nervioso y provoca cambios fisiológicos en nuestro cuerpo para prepararnos para enfrentar el peligro.
Estos cambios incluyen la liberación de noradrenalina y adrenalina, que nos hace sentir nerviosos. El aumento de la frecuencia cardíaca para proporcionar más sangre a los músculos, la hiperventilación que nos hace tomar más aire y oxígeno en la sangre. También la redistribución de la sangre a las zonas del cuerpo que nos ayudarán a luchar o huir (a veces causando temblores y hormigueo en otras áreas), la dilatación de las pupilas para percibir mejor cualquier peligro, y la sensación de miedo y el impulso de huir o esconderse para salvar nuestras vidas.
Esto sería genial si realmente tuviéramos un peligro real frente a nosotros, pero como saben quienes han experimentado ansiedad, no siempre es así.
Además, si interpretamos estas sensaciones como algo anormal, activamos aún más fuerte el sistema de alarma, aumentando la intensidad de las sensaciones y el miedo, lo que crea un CÍRCULO VICIOSO DE LA ANSIEDAD. Cada vez es más difícil (pero no imposible) romper ese ciclo.
Así es como funciona la ansiedad y es esencial para saber cómo enfrentarla. La ansiedad se puede manejar, y puedes llevar una vida normal con ella.
Muchas gracias por tu tiempo y atención, un abrazo al campeón. Sigan luchando, los aprecio mucho (sin segundas intenciones).
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https://mierdavida.com/d/195-la-ansiedad-explicada-por-un-loco-como-yo