El tiempo de nuestra vida es limitado y lo desperdiciamos mucho. En uno de los tratados más famosos de la antigüedad, titulado La brevedad de la vida, el gran filósofo romano esbozó uno de los mayores riesgos de nuestra existencia: «La vida no es corta, pero lo importante es pasarla bien, sin perder el tiempo«
Y es que Lucio Ana Séneca fue un filósofo revolucionario en cuanto al pensamiento. También habló de la vida, del tiempo que huye y nunca podemos atrapar, del tiempo que pasa y nos aplasta bajo la avalancha de la brevedad.
La importancia del tiempo
Toda una literatura, desde los griegos hasta los romanos, se inspiró en este concepto: la vida es corta, el tiempo pasa muy rápido, hay que aprovechar el momento. Séneca, sin embargo, da un vuelco al paradigma y escribe lo siguiente:
«En realidad no es cierto que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho. La vida que se nos da es lo suficientemente larga para realizar grandes obras, siempre que se emplee bien; pero si se disipa en el lujo y la pereza, si no se emplea de forma útil, solo cuando llegamos al inevitable final nos damos cuenta de que ha pasado sin apenas darnos cuenta«.
En una frenética persecución de un presente eterno, ¡No pierdas el tiempo!. La modernidad de Séneca es poderosa.
En la época de las prisas, de estar siempre apurado, de estar atrapado en el tiempo, el gran filósofo nos muestra un antídoto a medida para vivir en el pleno sentido de este verbo: no perder el tiempo. Dar sentido a la vida, cada día, con la pasión y la energía de quien tiene la ambición de dejar una huella, aunque sea la más pequeña.
¿Quién no recuerda a Marty, el protagonista de la película Regreso al Futuro, viajando en el tiempo para mejorar su propia vida y la de sus seres queridos?
Desgraciadamente, no podemos retroceder en el tiempo y recuperar el tiempo perdido, pero sí podemos cambiar nuestro presente para mirar al futuro y construirlo lo más parecido posible a como lo queremos.
«Nadie te devolverá los años, nadie te devolverá a ti mismo; el tiempo de la vida irá por donde ha venido y no volverá atrás ni detendrá su curso; no hará ruido, no dará señales de su velocidad (…) El mayor desperdicio de la vida es el aplazamiento de la misma: es éste el que procrastina cada día que llega, es éste el que arrebata el presente, mientras promete el futuro. El mayor obstáculo para vivir es la espera: quien depende del mañana pierde el hoy«.
Este es un pasaje del De brevitate vitae de Séneca, un texto escrito entre el 49 y el 55 d.C., es decir, hace algo así como 1970 años… ¡Y sin embargo, parece que se escribió ayer!
Es el momento de adquirir el conocimiento y saber que tenemos un recurso precioso en nuestras manos. Aprovecha cada minuto; serás menos esclavo del futuro si te apoderas del presente. Minuto a minuto, la vida se va para no volver.