Hoy quiero contarte una historia muy interesante para ver claramente el concepto de escalabilidad en términos reales. Esta historia del acueducto puede encontrarse en «Los cuadrantes de la tesorería» en el famoso libro de Robert Kiyosaki llamdo «Padre Rico, Padre pobre«.
La historia se la contó el Padre Rico a Robert Kiyosaki cuando era un niño para explicarle el camino hacia la independencia financiera, un camino que requiere ingenio e inteligencia. Por eso este breve relato se convierte en la parábola del razonamiento y la correcta canalización de los esfuerzos, muestra cómo todo empieza en la cabeza y de forma muy sencilla explica las leyes del mercado.
Hay que pensar antes de hacer
«Había una vez un pequeño pueblo. Era un lugar muy agradable para vivir. Sin embargo, esta aldea carecía de un suministro de agua constante, ya que la única fuente de agua era la lluvia. Para resolver este problema, los ancianos adjudicaron un contrato a dos hombres para traer agua del pantano que se encontraba a pocos kilómetros del pueblo, convencidos de que la competencia entre ellos mantendría los precios bajos y garantizaría un mayor suministro de agua.
Estos hombres que se harían la competencia entre ellos, se llamaban Ed y Bill. Ed, uno de los dos hombres se lanzó a trabajar, compró dos cubos de acero galvanizado y comenzó sus recorridos por el camino del lago. Trabajaba desde la mañana hasta la noche para llevar el agua además tenía que levantarse todas las mañanas antes que los demás aldeanos para asegurarse de que siempre hubiera suficiente agua en el estanque de la propia aldea.
Bill, el otro empresario, había desaparecido, nadie sabia dónde estaba y no se le vio durante varias semanas. Esto para Ed, era una ventaja porque no tenia competencia y ganaba todo el dinero. Pero Bill tenia un proyecto bien distinto, En lugar de comprar dos cubos para competir con Ed, Bill había ideado un plan, había creado una empresa, busco a varios inversores y contrato a un director de obra. Así que seis meses después volvió con un equipo de construcción. En un año habían construido un enorme acueducto de acero inoxidable que conectaba el pueblo con el lago.
Cuando Bill anuncio la inauguración del acueducto, Ed promocionaba su agua como más limpia, garantizada las 24 horas del día y más barata. En respuesta, para más competitivo, Ed también bajó sus tarifas, compró mas cubos y contrató empleados para que le ayudaran a transportar cubos desde el pantano.
Bill mantuvo la calma y, en lugar de actuar precipitadamente, razonó y se dio cuenta de que no sólo este pueblo necesitaba un suministro de agua, sino también las ciudades vecinas y, potencialmente, el mundo entero. Así que decidió ampliar su negocio y, gracias a la construcción primero de un acueducto y luego de un sistema de acueductos, siguió vendiendo su agua limpia, barata y con un suministro rápido.
Bill sólo ganaba un céntimo por cada cubo de agua entregado, pero distribuía miles de millones cada día con sus sistemas por acueductos. Tanto si trabajaba como si no, miles de millones de personas consumían todos los días cientos de cubos de agua, con lo que ingresaba cantidades astronómicas en su cuenta bancaria. Bill vivió feliz para siempre mientras que Ed tuvo que trabajar como una mula el resto de su vida».
Desde que leer esta historia me pregunto a menudo qué quiero hacer con mi vida, si llevar cubos el resto de mi vida o construir un acueducto, y la respuesta sólo puede ser una: ¡construir un acueducto para dar sentido a mi trabajo!