Hoy hablamos de ligar… hay muchas formas de ligar pero cada vez esta todo mas mezclado y la dificultar aumenta al no tener unas bases sólidas sobre el complejo arte del cortejo. Para ligar bien hay que utilizar todas las buenas tácticas y hay muchos hombres que no saben ni por dónde empezar.
Errores destacados de los hombres al ligar
Si eres hombre, tienes problemas para ligar y no te comes un rosco… te toca leer este artículo para ajustar tus velas y preparar el camino para el siguiente cortejo. Sin más dilación, procedo con ello:
Entender la sexualidad
El primer error que soléis cometer es asumir nuestra sexualidad. He incluido este punto porque la mayoría de hombres heteros soléis abordar a chicas por la calle o en redes sociales sin ni siquiera haberos asegurado de que existen personas de toda clase de orientación sexual: heterosexuales, homosexuales, bisexuales, asexuales… y es posible que no encajéis con la definición y estéis incomodando a la otra persona.
Del mismo modo que a vosotros no os gustaría que un hombre homosexual comenzase a insinuarse ante vosotros sin previo aviso de vuestra sexualidad, recordad que a muchas de nosotras también las hacéis pasar por lo mismo.
Disponibilidad sentimental
El siguiente apartado al que quiero dedicar atención es muy similar: asumir nuestra soltería o disponibilidad sentimental.
Recordad que existen muchas chicas que os encontráis en espacios públicos y en las redes se encuentran en una relación sentimental monógama y donde no hay cabida para un tercero. No todas las chicas tenemos una relación cerrada a los encuentros sexuales con terceras personas, pero es importante asegurarse antes de dar el primer paso por motivos de incomodidad similares a los del punto anterior (además de poder herir los sentimientos de la otra persona involucrada en la relación).
La mujer no es un ser pasivo
Aclarados estos puntos, prosigo con vuestro error más generalizado: asumir que las mujeres somos unos seres pasivos en el proceso de ligue. Tenéis que entender que nosotras somos dueñas de nuestra vida y sexualidad, y que sabemos tan bien como vosotros lo que queremos y lo que no (¡cuando no más!).
Es cierto que la influencia de la educación patriarcal y películas de adolescentes como American Pie han dado lugar a la cultura de «el que la sigue, la consigue«, pero no funciona así. Entended que hay veces en las que no gustáis y que ser pesados lo único que puede conseguir es que estéis haciendo sentir incómoda a la otra persona.
Cambios de personalidad
Entender los malos humos. Si una mujer a la que has intentado conocer te responde de manera borde, en lugar de ponerte tú más borde, tal vez deberías empatizar. Por muy educado que hayas sido con ella, es posible que seas la quinta persona que viene con el mismo cuento esa misma mañana. Y créeme que eso, al final, cansa.
Admitir un rechazo
No llevar el rechazo con deportividad. Que una chica te exprese que no le gustas o que no quiere tener algo contigo no significa que seas peor. No debería tocarte el orgullo, a pesar de que tu educación y mentalidad te hagan sentir así. La atracción sentimental y sexual son constructos sociales y, como tal, no deberíais sentir que la ausencia de los mismos alude a una carencia biológica vuestra. Si os hiere en el orgullo como hombres, tal vez la solución mas cercana debería ser ir a terapia y deconstruiros.
No lanzarte
Lanzaros. Imaginad que sois un hombre en paro y que os cruzáis con la primera persona con maletín, traje y corbata que se os cruza por la calle, os agarráis desesperadamente a su hombro, os echáis a sus pies y le pedís que os dé trabajo.
Si os encontraseis en una situación como esa desde la perspectiva de la otra persona, probablemente os encontraríais atónitos, así que tenéis que entender que gestos violentos y desmedidos (como piropear, guiñar, intentar llamar la atención, silbidos, miradas intensas y el uso de determinadas palabras y proposiciones) son, cuando menos, improcedentes, y lo más seguro es que la otra persona se pueda sentir extremadamente incómoda, asustada y/o acosada.
Pequeños gestos y detalles
No dar a conocer de manera gradual que os gustamos. Muchas mujeres estarían dispuestas a entablar algo más con vosotros de conocer vuestra predisposición y disponibilidad, siempre y cuando esta haya sido puesta de manifiesto de manera no agresiva.
La forma de hacerlo de manera no agresiva pasa por pequeños gestos y pequeños detalles que vayan revelando la situación a lo largo del tiempo. Si pasáis de cero a cien o de un trato estrictamente cordial a una proposición o declaración directas, lo más seguro es que la otra persona quede intimidada o sorprendida por un shock por haberle roto los esquemas que tenía de vosotros.
Falta de iniciativa
Hay chicos que lo queréis todo hecho, o que creéis que por ser receptivas en un primer momento, ya os debemos un tour a nuestra habitación. Muchos de los hombres heteros que relatáis historias soléis coincidir en que, en una primera instancia, la chica estaba receptiva y el interés parecía mutuo, pero en ese momento soléis dormiros en los laureles y perder vuestra oportunidad.
Recordad que la atracción es un concepto multifacético y transversal y que, por gustar en una primera, segunda o tercera impresión, no significa que gustéis en la totalidad.
Juegos y estrategias de ligue
Muy divertidos en las películas, no tanto en la vida real. La mayoría de hombres lleváis a cabo conductas de «tira y afloja» durante el proceso de cortejo, en lugar de ser honestos. No nos gusta que nos mintáis, que vayáis de macarrillas o que finjáis ser campeones en (insterte ámbito aquí).
Se pilla antes a un cojo que a un mentiroso, y en el momento en que se hace, resulta ridículo. Bonus: hacerse pasar por aliado feminista para venderos como un hombre distinto al resto sin ser un aliado feminista ni ser distinto al resto suele salir mal.
Asunción de roles tradicionales
Seguramente a nuestras tatarabuelas les funcionase, pero a las mujeres de hoy en día, no. No nos gusta que nos asumáis como indefensas, no necesitamos un «macho» y queremos que nos tratéis como a un igual. No necesitamos que nos abráis las puertas, nos beséis las manos, nos salvéis como a doncellas ni nos ofrezcáis una copa o pagarnos la cena (de hecho, es posible que algunas de nosotras estemos en mejor posición financiera para invitaros a vosotros).
Todos esos gestos nos dan a entender que queréis vivir a la antigua y que nos pasaremos muuuchas horas cocinando y planchando para gañanes, como tuvieron que hacer nuestras tatarabuelas.
Selección de la situación inapropiada
En muchas ocasiones, no se trata de que os acerquéis a la persona equivocada, sino de cuándo, cómo y bajo qué contexto lo hacéis.
¿Conoces a la persona a la que quieres comenzar a hablar, o simplemente es «la rubia del ordenador de la tercera planta de mi curro, jeje» o «la chica de la barra del bar que me ha gustao’, Paco»? ¿Le estás ofreciendo tener sexo a una persona que ya te dijo en el pasado que no? Mala idea. ¿Le estás ofreciendo tener sexo a una persona con la que ya lo tuviste pero te dejó? Mala idea. ¿Le estás ofreciendo tener sexo a una persona con la que ya estás? Depende.
Recuerda que la mayoría de acciones violentas perpetradas en nuestro país proceden del entorno de la víctima, la mayor parte de las veces por su pareja. El consentimiento debe ser claro indistintamente de la etapa dentro de la relación. Si ella no muestra la misma seguridad y ganas que tú, déjala tranquila.
Asumir que estamos interesadas
Los hombres soléis tener una tendencia a creer que una mirada, un gesto de amabilidad o una sonrisa es una clara evidencia de que está dispuesta a ir a la cama con vosotros, o a casarse y tener hijos. Spoiler: En la mayoría de los casos, os habéis venido arriba y no es así.
Hasta aquí la lista de los errores más comunes que cometen los hombres cuando intentar ligar. Si veo que ha tenido suficiente buena aceptación y ha servido, aunque sea, a un solo hombre a reconocer en qué falla a la hora de tratar con una mujer y a despegarse de los consejos aberrantes y tóxicos que soléis dar y recibir por estos lares, puede que me anime a seguir con un segundo fascículo.
Hasta entonces, besis.
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