No busco la discusión política, ni expreso conceptos religiosos. Respeto la opinión de todos, el pensamiento es una expresión de la singularidad de cada ser humano. Todos somos iguales y diferentes. Somos seres humanos. Pero lo humano lo hemos olvidado.
Lo hemos olvidado al crear sociedades prósperas y opulentas, alabando todo lo que produce beneficios económicos y progreso tecnológico, y dejando de lado todo lo que es inútil en estos aspectos. Y el ser humano también forma parte de esta trágica división.
Un sistema de valores que se derrumba
Nos hemos encontrado en un mundo en el que los objetivos de las finanzas y los dictados de los mercados han puesto patas arriba todo el sistema de valores del mundo humano, el mismo mundo humano en el que las plazas de aparcamiento en los hospitales son de pago y las plazas de aparcamiento en los centros comerciales son gratuitas.
Y la división entre lo que produce beneficios y lo que no, has visto surgir políticas de recortes, de «ahorro» contra todo lo que es cultura, investigación, educación, mérito. Necesitamos: buenos investigadores; una población culta y respetuosa; personas capaces.
También nos hemos olvidado del ser humano cuando hemos confundido la vida real con la virtual.
Somos adictos al smartphone, a los likes, a las notificaciones. Pegados a una pantalla brillante, ansiosos por tener buen aspecto y poseer el coche de moda. Cualquier cosa con tal de cambiar nuestra imagen real.
La pandemia, una oportunidad perdida de seguir siendo «humanos»
Tras la pandemia, mi deseo era aprender de todo lo vivido, habría esperado una recuperación de esa humanidad que todos llevamos dentro. Deberíamos habernos dado cuenta de que, con el compromiso de todos, la política debería haber puesto al ser humano en el centro de toda acción.
Pensar en nuevas políticas sociales en las que prevaleciera la cultura de la cohesión y no de la división. Lo que duele es ver las finanzas por las finanzas, hacer dinero con el dinero sin que esté vinculado a la creación de empleo, a la apertura de empresas, a que las ideas se hagan realidad.
El beneficio de la economía es justo, ¡por Dios! Pero también es más valioso ganar en humanidad. Las finanzas no son el enemigo a combatir, por la sencilla razón de que no son ni buenas ni malas per se.
Es una fuerza mecánica ciega que, si toma el camino equivocado, produce efectos perjudiciales, mientras que, si se controla y gestiona con responsabilidad, puede beneficiar a todos.
De amo a siervo: invertir el papel del dinero
La conclusión es que el futuro está en nuestras manos. Cada uno de nosotros somos como las piezas de un rompecabezas: ¿a qué esperamos para unirlas? Este es nuestro mundo. Es nuestro único mundo.
El dinero puede ser un mal amo, pero puede convertirse en un humilde servidor.
El bien común es nuestra única arma para preservarlo y cuidarlo. Sólo un sistema renovado de valores puede sacudir el mundo económico y financiero que, en los últimos años, ha tenido una mentalidad puramente especulativa, en busca de ganancias fáciles e inmediatas.
Los políticos deben perseguir la rectitud moral y trabajar por el bien colectivo y no sólo por el del partido al que representan.
La humanidad, para no ver muertos en las playas, para no ver la destrucción que provocan las guerras, para no ver violados los derechos de las personas, para no ver violados los derechos humanos, para no ver la muerte lenta del planeta que nos acoge.